domingo, 15 de abril de 2018
domingo, 8 de abril de 2018
NAZIS EN LA ANTÁRTIDA
Antes de
hablar sobre la operación HighJump. existieron unos antecedentes que llevaron a
la ejecución de dicha misión. En 1938 y 1939, la Sociedad Alemana de
Investigaciones Polares buscaba la exploración circunstancial del territorio
antártico (Polo sur), liderada por Alfred Ritscher. La expedición se asentó en
la región antártica “Queen Maud Land” (562.000 km2). Los abrumadores efectivos
militares, el tiempo y dinero invertidos llevaron a la especulación ¿Qué
estarían tramando los alemanes en aquel recóndito lugar?
Lo que
pretendían era construir una enorme base subterránea bajo el frío hielo
antártico, Adolf Hitler y otros exiliados comenzaron en secreto dicha labor,
querían renacer tras la derrota y construir armas tecnológicamente avanzadas y
terribles.
Según el
famoso historiador e investigador J. Garrido, tras la caída de los alemanes en
la Segunda Guerra Mundial y su rendición, el almirante Doenitz afirmó: “Nunca
nos rendiremos ante los aliados”
La
operación highjump, es considerada una de tantas historias oscuras
descatalogadas para el gobierno militar, una vez más sería otra de las
historias que los cospiranoicos han tenido en su punto de mira a lo largo de
tantos años. Nos remontamos a la época de la Segunda Guerra Mundial entre
finales de 1946 y comienzos de 1947, EE. UU. supuestamente crea una unidad
militar altamente preparada para expediciones y asalto, cuyos objetivos no han
quedado muy claros.
Su misión
empezaría en el Mar de Ross y su destino acabaría en la Antártida, esta unidad
fue denominada la Task Force 68 compuesta por 13 barcos de fuerza militar como
destructores, buques con armamento y provisiones. 2 lanzadores de hidroplanos,
un submarino (El Sennet), un portaaviones (Philipine Sea) y 4.200 militares. El
líder de la misión fue Richar Evelyn Byrd. Oficialmente la Operación Highjump
se centraría en simples maniobras que tenían por objeto “probar equipos militares
y tropa en condiciones antárticas” cuya duración estaría entre 9 y 10 meses.
Las declaraciones de Byrd
El
almirante Byrd pronunció en febrero de 1947 estas palabras exactamente ante una
revista que le hace un reportero:
” los
Estados Unidos serían atacados por aviones que pueden volar de un polo a otro
con increíble velocidad”
(original
inglés: “necessary for the USA to take defensive actions against enemy air
fighters which come from the polar regions” and “in case of a new war, the USA
would be attacked by fighters that are able to fly from one pole to the next
with incredible speed”).
La
operación HighJump que lideró Byrd tenía como objetivo el entrenamiento del
pelotón en circunstancias extremas pero los antecedentes alemanes, los vuelos
que Byrd ya había protagonizado por el ártico y todo el arsenal desplegado con
los barcos nos hacen pensar que hay algo oculto en todo esto.
La
operación HighJump tenía como verdadero objetivo adquirir los prototipos de
tecnologías exóticas para la naturaleza humana que en 1937 tenían los Nazis en su
base subterránea.
Tras las
declaraciones, no que no sentaron muy bien al gobierno estadounidense, pasaron
unas semanas hasta que murió de forma extraña, James Forrestal, Secretario de
Defensa en el período de la operación, es internado en 1948 en un hospital,
donde bajo extrañas circunstancias cae de un décimo piso. La muerte de Byrd
hubiera sido demasiado llamativa para la sociedad, ya que esta persona tenía
mucha repercusión para el pueblo.
Durante
la operación HighJump se tomaron 70.000 fotografías aéreas de la zona por parte
de una estación de reconocimiento cercana, los americanos estaban buscando
algo.
Bombas atómicas empleadas en el antártico
Algunos
autores indican que se detonaron bombas atómicas en Neuschwabenland. Estas
explosiones atómicas serían la causa del actual agujero de la capa de ozono en
la Antártida. De cualquiera de las formas, las bases alemanas en la Antártida
no estaban en superficie, sino que eran subterráneas. ¿Contaban los alemanes
del Reich con la posibilidad de un ataque atómico? Sin duda. Tengamos en cuenta
que los norteamericanos no habían tenido reparos en lanzar dos bombas atómicas
contra los núcleos civiles japoneses de Hiroshima y Nagasaki, en que perecieron
carbonizados cientos de miles de personas inocentes y quedaron con graves
secuelas de por vida otros tantos. ¿Podían tener entonces reparos en lanzar
bombas atómicas contra un continente sólo habitado por nazis y pingüinos?
Según
ciertas fuentes, sí es seguro que por lo menos en 1958, año en que se realizó
una nueva “expedición” estadounidense a la Antártida, se llevaron armas
nucleares y se emplearon tres veces: el 27 y 30 de agosto y el 9 de septiembre.
Ninguno de los tres misiles atómicos explosionó en el suelo antártico, sino
que, sin encontrársele explicación, estallaron en pleno vuelo sobre el mar
cuando se dirigían a su objetivo.
Las extrañas muertes en la “operación de
entrenamiento”
Las
fuerzas de Deuschwabenland intentaron defender sus tierras se sabe que se
perdieron varios aviones de combate y material aéreo de alta tecnología, y que
hubo pérdidas humanas, en concreto muertes de marines norteamericanos. ¿Todo
esto en una operación de adiestramiento?
En los
Estados Unidos fue muy difícil justificar a la opinión pública las bajas
acaecidas en la Antártida, pero el caso fue oficialmente cerrado. Los militares
llamaron a esta operación como “la guerra de los pingüinos” (penguin war),
después de que el gobierno federal declarara una y otra vez a la suspicaz
opinión pública norteamericana que en la Antártida sólo vivían pingüinos y que
las bajas de personal militar se debían a desafortunados accidentes…
En
seguida, el 27 de agosto y el 9 de septiembre de aquel mismo año, el gobierno
de Sudáfrica declara detectar dos emisiones electromagnéticas de alta energía,
comparables con explosiones nucleares en el área antártico-cercana a sus
costas, que corresponde a la zona de Neuschwabenland, una manifestación de
carácter subterránea y otra en la superficie. Otros avistamientos conocidos de Ovnis
en la Antártica fueron declarados en los años siguientes, especialmente los de
1964 y 1969, por parte de personal de bases militares tanto argentinas como
chilenas.
Byrd
comentó en otra misión hacia tierras desconocidas del Ártico (Polo norte), como
existían unas ciertas cavidades en un área determinada de la zona que ahondaban
hacia el interior de la tierra, esto lo expondremos más adelante, porque este
personaje encierra muchos más misterios ocultos militares como la Operación
Deepfreeze.
Sin duda,
la operación HighJump plantea un encubrimiento a gran escala para obtener
tecnologías extrañas, que podrían haber sido empleadas sobre el proyecto aurora
del cual hemos hablado también en esta web. Un saludo y os animo a investigar
sobre ello.
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sábado, 17 de marzo de 2018
LOS NAZIS Y EL OCULTISMO.
Uno de los clichés del posmodernismo es la idea de que la racionalidad y la Ilustración trajeron consigo la tragedia del nazismo. Este mantra ha sido repetido hasta la saciedad por gente como Adorno, Horkheimer y Baumann. Pues bien, es necesario rebatir esto una y otra vez. No fueron la racionalidad y la Ilustración las responsables del nazismo, sino más bien la falta de racionalidad y la contrailustración.
Podemos formarnos esta idea, especialmente al tener en cuenta
el significativo peso que el ocultismo tuvo en el proyecto nazi. Sobre este
tema, es aceptable admitir, hay mucha especulación. Algunos escépticos dudan de
que hubiera una firme conexión entre la tradición ocultista y el nazismo.
Ciertamente, muchos de los alegatos sobre las raíces ocultistas del nazismo
parecen sacados de teorías conspiranoicas y de películas fantasiosas como En
busca del arca perdida. Pero, algunas teorías conspiranoicas sí resultan ser
verdaderas, y me inclino a pensar que, en este caso, sí hay bastante evidencia
de que, tras el nazismo, había todo un entramado de sociedades secretas y
extrañas ideas mágicas y religiosas. Los libros de los historiadores Peter
Lavenda y Nicholas Goodrick-Clarke me han convencido de esta tesis.
Son muchos los datos que se cubren en esos libros, pero
señalaré los más relevantes. La formación ideológica de Hitler debió mucho a
tres ocultistas que ejercieron mucha influencia sobre él. La primera fue Madame
Blavatsky, la fundadora del movimiento teosófico en el siglo XIX. Blavatsky dio
continuidad al mito de la Atlántida, y postuló que la raza que logró escapar de
aquella mítica isla, fue la raza aria. Luego, en las dos primeras décadas del
siglo XX, Guido Von List, un misterioso filósofo, empezó a enseñar la doctrina
según la cual, estos arios eran los antiguos germanos descritos por Tácito. Un
poco tiempo después, ya en tiempos de Hitler, un ex-monje católico, Jorg Van
Liebenfels, formuló la teoría según la cual, los arios eran descendientes de
deidades interestelares, mientras que las otras razas eran descendientes de
cruces entre monos y hombres. Liebenfels empezó a postular que los judíos eran
los máximos representantes de esa raza producto de cruces entre monos y
humanos, y continuamente publicó estas ideas en Ostara, una revista que el
joven Hitler leía con frecuencia. Según el testimonio de Liebenfels, Hitler
acudió a él solicitando más información sobre sus teorías.
Después de la I Guerra Mundial (durante la cual, Hitler
supuestamente oyó una voz divina que le indicó alejarse de un pelotón que fue
inmediatamente bombardeado, con lo cual logró salvar su vida), Hitler fue
asignado como agente para espiar un partido de trabajadores, que supuestamente
tenía inclinaciones comunistas. En realidad, el partido resultó ser de extrema
derecha, tanto así que Hitler terminó convirtiéndose en su líder, y
eventualmente este partido pasaría a ser el partido nazi. En sus orígenes, este
partido tuvo bastante conexión con un grupo de ocultistas, la “Sociedad Thule”,
la cual se nutría de las enseñanzas de List y Liebenfels.
No sabemos bien cuán imbuido estaba Hitler en el ocultismo
del partido que él empezó a liderar, pero lo cierto es que una de las figuras
que lo acogió en el partido, y que lo introdujo a personajes influyentes que
sirvieron para desarrollar su carrera política, fue Dietrich Eckart. Eckart, a
quien está dedicado el libro de Hitler, Mi lucha, tenía mucho interés en el
ocultismo.
Esto no es evidencia concluyente de que Hitler participaba en
círculos ocultistas, pero sí es un hecho histórico que, después de su fracaso
inicial como político tras un fallido intento de golpe de Estado, Hitler fue
acogido por un astrólogo, Erik Jan Hanussen. Este astrólogo entrenó a Hitler en
el desarrollo de los gestos teatrales que luego le serían muy provechosos en su
carrera política, y le formuló una profecía: en cuestión de poco tiempo, la
suerte de Hitler le cambiaría. Hanussen recomendó a Hitler ir a su pueblo natal
y extraer una raíz de mandrake (una planta con forma humana, muy favorecida por
los alquimistas), pues eso serviría en talismán para lograr el hechizo que le
permitiría acceder al poder. Según parece, no fue Hitler, sino el propio
Hanussen quien hizo el ritual con la mandrake, pero hay algunos indicios de que
Hanussen luego enseñó a Hitler cómo utilizar esa planta con propósitos mágicos.
La historia que se narra en, En busca del arca perdida (la
primera película de Indiana Jones), sobre las expediciones nazis para encontrar
el arca de la alianza, es falsa. Pero, sí
hay indicios de que, una vez en el poder, los nazis tuvieron interés en
recuperar el santo grial (la copa de la cual supuestamente Jesús bebió vino en
la última cena), y que dirigieron expediciones en su búsqueda, sobre todo en
los lugares de Francia en los que los cátaros tuvieron influencia, y
posiblemente también en España (pues algunas tradiciones remontan el grial a
ese país).
Hay más seguridad en la hipótesis de que Hitler creyese en
los poderes mágicos de la lanza con la cual supuestamente el soldado romano
hirió el costado de Jesús en la crucifixión. Esta lanza estaba exhibida en un
museo de Viena, y cuando Hitler ocupó esta ciudad, se apoderó de ella.
Se ha explorado también la hipótesis de que los nazis creían
que la Tierra es un planeta hueco, y que podría haber inframundos, poblados por
civilizaciones perdidas que tuvieran alguna conexión con la original raza aria.
También, aparentemente, algunos nazis tenían la creencia de que la Tierra es en
sí misma el interior de un planeta aún más grande, y que sobre nosotros hay un
firmamento:, de forma tal que si se envían señales hacia el cielo, éstas
podrían rebotar y ser detectadas.
Sabemos con plena seguridad que, antes del inicio de la
guerra, los nazis enviaron una expedición científica al Tíbet. Según Peter
Lavenda, parte del objetivo de esa expedición era buscar vestigios de
civilizaciones perdidas y evaluar cuán cercanos eran los tibetanos a la raza aria
original. Se ha manejado también la hipótesis de que los nazis enviaron
expediciones a la Antártida buscando civilizaciones perdidas, bajo la teoría de
que, en algún momento, ese continente era apto para las civilizaciones, e
incluso, que podría haber cráteres que comunicaran con los inframundos.
Los historiadores no están muy seguros si Hitler en realidad
participaba de todas estas cosas. Quizás los ocultistas eran algunos nazis de
menor rango, y Hitler se mantuvo al margen de todo esto. Pero, hay mucha más
seguridad en que dos personajes de alto rango en la jerarquía nazi, sí tenían
sumo interés en el ocultismo. Se trata de Rudolf Hess y Heinrich Himmler.
Hess es de por sí un personaje que se presta a todo tipo de
teorías conspiranoicas, pues en 1941 viajó en avión solo hasta Escocia,
pidiendo hablar con Churchill para intentar negociar la paz. Hess permaneció
prisionero durante el resto de su vida. Hitler siempre dijo que desautorizó
aquella operación, y alegó que Hess estaba loco. Las teorías conspiranoicas
dicen que Hitler en realidad sí había autorizado aquella operación, pero que
fracasó, en vista de que Churchill no lo quiso recibir. En todo caso, hay
algunos indicios de que Hess emprendió su viaje siguiendo designios
astrológicos.
Sobre Himmler, sí sabemos plenamente que estuvo inmerso en el
ocultismo. Se creía la reencarnación de Enrique I el pajarero, un rey alemán
del siglo X. Himmler se encargó de organizar la SS, la unidad de tropas élites
del III Reich. Himmler tomó un selecto grupo de soldados de este cuerpo, y los
inició en rituales ocultistas en el castillo de Wewelsburg; el más
significativo de esos rituales fue la exhumación de los restos mortales de
Enrique I. Su idea era conformar una organización similar a la del rey Arturo
con los caballeros de la mesa redonda.
¿Está el exceso de racionalidad detrás de todo esto?
¿Promovería la Ilustración la creencia en el poder de reliquias antiguas, razas
de hombres en islas mitológicas y designios astrológicos? Por supuesto que no.
Contrariamente a lo que postula el cliché posmoderno, el nazismo no es
atribuible a la Ilustración, el positivismo y la racionalidad. El nazismo es
más bien producto de la irracionalidad y la larga tradición contrailustrada, en
buena medida promovida por el romanticismo alemán de inicios del siglo XIX que,
a finales de ese mismo siglo, derivó hacia el ocultismo, del cual se nutrió el
nazismo.
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ALEMANIA NAZI
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La
Alemania nazi o nacionalsocialista son términos historiográficos normalmente
empleados para referirse al periodo de la historia de Alemania comprendido
entre 1933 y 1945, cuando el Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán (NSDAP)
de Adolf Hitler gobernó el país. Oficialmente, el Estado alemán continuó
denominándose Deutsches Reich («Imperio alemán») como lo había sido ya en
épocas anteriores desde 1871. Sin embargo, en 1943 el gobierno nazi decidió
adoptar la denominación Großdeutsches Reich («Gran Imperio alemán»), que
continuaría empleándose hasta 1945. Utilizando la propia terminología nazi,
también es frecuente la denominación Tercer Reich para referirse a esta época.
Bajo el gobierno de Hitler, Alemania se transformó en un
Estado fascista, que controlaba casi todos los aspectos de la vida. Después de
que Hitler fuera nombrado canciller por el presidente Paul von Hindenburg, el
30 de enero de 1933, el Partido Nazi comenzó a eliminar toda la oposición
política y a consolidar su poder. Hindenburg murió el 2 de agosto de 1934, por
lo que Hitler se convirtió en dictador de Alemania cuando se fusionaron los
poderes y las oficinas de la Cancillería y de la Presidencia. El día 19 de
agosto de 1934, mediante un referéndum nacional, Hitler fue confirmado como
Führer de Alemania. Todo el poder se concentró en manos de Adolf Hitler, y
según el principio del Führerprinzip su palabra estaba por encima de todas las
leyes. El gobierno no era un cuerpo cooperativo coordinado, sino más bien una
agrupación de facciones que luchaban por acumular poder y ganar el favor de
Hitler. En medio de la Gran Depresión, los nazis restauraron la estabilidad
económica y acabaron con el desempleo de masas utilizando los elevados gastos
militares y una economía mixta. Se llevaron a cabo amplias obras públicas,
incluyendo la construcción de las famosas autopistas.
El retorno a la estabilidad económica impulsó la popularidad
del régimen. El racismo, especialmente el antisemitismo, fue una de las
características centrales de la ideología oficial. Los pueblos germánicos
—también llamados de raza nórdica— fueron considerados la representación más
pura del arianismo, presentándose como una raza superior, en virtud de lo cual
los judíos y otros grupos étnicos considerados indeseables fueron perseguidos o
asesinados, y la oposición al gobierno de Hitler fue reprimida de forma
sistemática.
Miembros de la oposición liberal, socialista y comunista
fueron asesinados, encarcelados o forzados al exilio. Las iglesias cristianas
también padecieron represión, viendo cómo muchos de sus líderes eran llevados a
la cárcel. La educación se centró en la biología racial, política de población
y aptitud para el servicio militar. Se redujeron las carreras y oportunidades
de educación para las mujeres. La recreación y el turismo se organizaron a
través del programa Kraft durch Freude (‘Fuerza a través de la alegría’) y los
Juegos Olímpicos de 1936 presentaron al Tercer Reich en el escenario
internacional.
El ministro de propaganda Joseph Goebbels hizo uso eficaz de
las películas, los mítines de masa oratoria, y los discursos de Hitler para
controlar la opinión pública. El gobierno controlaba la expresión artística,
promovía formas de arte específicas y desalentaba o prohibía otras.
La Alemania nazi hizo demandas territoriales cada vez más
agresivas, amenazando con la guerra si no se cumplían. Austria y Checoslovaquia
fueron anexionadas en 1938 y 1939. En septiembre de 1939 acabó invadiendo
Polonia, lo que marcó el comienzo de la Segunda Guerra Mundial en Europa. En
alianza con Italia y las Potencias del Eje, Alemania conquistó la mayor parte
de Europa en 1940 y amenazó a Reino Unido. Reichskommissariats tomó el control
brutal de las áreas conquistadas, y una administración alemana se estableció en
Polonia. Judíos y otras personas consideradas indeseables fueron encarcelados y
asesinados en campos de concentración nazis y los campos de exterminio. La
aplicación de las políticas raciales del régimen culminó con el asesinato en
masa de judíos y otras minorías en el Holocausto.
Después de la invasión alemana de la Unión Soviética en 1941,
la marea se volvió contra el Tercer Reich, sufriendo graves derrotas militares
a partir de 1942. Se produjeron bombardeos a gran escala de las ciudades
alemanas, líneas ferroviarias, y las plantas de petróleo en 1944. Alemania fue
invadida en 1945 por los soviéticos desde el este y por los aliados
occidentales desde el oeste. La negativa de Hitler a admitir la derrota llevó a
la destrucción masiva de la infraestructura alemana y la pérdida innecesaria de
vidas en los últimos meses de la guerra. Los aliados iniciaron tras el fin del
conflicto una política de desnazificación y llevaron a los líderes nazis supervivientes
a juicio por crímenes de guerra, crímenes de lesa humanidad y guerra de
agresión en los Juicios de Núremberg.
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